"LA FALLA"
"Las Naciones Unidas
Impotentes", lejos de ser un mecanismo de contención para morigerar
los efectos de "La Falla" o "El Monstruo", son parte
de este proceso de destrucción avizorado por Hobbes para el hombre en
su individualidad. El Leviathan, aquél monstruo creado por Hobbes y
evocado por Melville en una novela de aventuras ultramarina, es acaso
la reminiscencia más veraz de todas las detracciones. Los pactos de
Fausto o de todos los faustos que puedan convivir en una sociedad, son
legos avizores de los males futuros. ¿En qué bolsa debería cotizar la
porción de poder que delego a un Estado? Parece una ironía que en el
país más poderoso del mundo el presidente sea elegido por una mínima
porción de sus habitantes. Es que el poder y los derechos –en esencia-
no es algo que se posea, sino algo que se ejerce. Y cuanto más personas
hagan valer la porción de poder que en su individualidad detentan, menos
poderoso va a ser el sistema que los gobierne y, como contrapartida,
menos poderosa "La Falla".
Por ello, la Argentina, en
la actualidad, lejos de lo que pretenden desdeñar muchos, es el arquetipo
de una necesaria liberación que la humanidad demanda. No es malo que
un Estado no sea poderoso. Cuanto menos poderoso sea un Estado, más
poderosas son las personas que lo integran. Y hablo del poder en su
sentido esencial, del poder que se concibe en la libertad como definición,
no del poder material que ahora gobierna al mundo. Nuestro país tenía
tan poco poder a fines del año pasado, que lo derrocaron las personas
tocando cacerolas y expresando su descontento. Esta es la línea de delegación
que deben existir en los futuros pactos sociales. Por ello, en mi individualidad,
digo rotundamente "No" a ser parte del Imperio. Resulta curioso
que la ingenuidad, en el imperio romano, fuera una categoría social
que designaba a los ciudadanos libres. Más curioso aún que la evolución
semántica de aquél concepto tenga connotaciones tan apropiadas para
definir a la libertad en mis actuales reflexiones.
Con respecto a ellas, solo
me resta decir que: El monopolio del saber no es real, es política.
Todos sabemos algo más y algo menos que cualquiera. El monopolio del
poder, tampoco es real –reitero- es política. La libertad que gozamos
con tanta ingenuidad, no es más que el valor que damos a nuestra porción
de poder. Deberíamos reformular en este aspecto una nueva plusvalía.
LUIS VIRGILIO
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